
Es la zona más alternativa de los Caños, en la que se formó casi una colonia hippy en los años 70 y de la que queda el recuerdo con zonas nudistas, fiestas de puesta de sol, campistas, furgos y timbaleros.

Hoy en día es prácticamente una playa mixta, en la que hay cada vez más textiles (los usuarios de bañador) y cada vez más curiosos o visitantes que se acercan a ver los chorros, lo que está empezando a levantar reticencias entre los naturistas, ya que es una playa tradicional de naturismo y se practica incluso a nivel familiar.
La playa, de arena fina, comienza siendo bastante practicable, pero su acceso se dificulta conforme avanza hacia el acantilado, donde hay zonas de calas, algunas de ellas que sólo se alcanzan con marea baja y hay que tener cuidado con la pleamar, que puede ser traicionera, obligándonos a salir a nado.

Bajo el Acantilado de La Breña el paisaje cambia totalmente, hay grandes bloques de piedra, consecuencia de desprendimientos de la pared rocosa; está pared tiene unas características muy especiales, ya que la caída de los chorros de agua dulce permite una vida vegetal autóctona característica y además es un centro de nidificación de aves.
Aquí las formaciones rocosas se vuelven caprichosas y, además de sus curiosas formas, la pared costera está plagada de entrantes, salientes y cuevas. Pasando el primer tramo rocoso hay una pequeña cala en la que cae la cascada de agua dulce de manantial, la más popular de los chorros, a su alrededor crece la vegetación y parece un oasis.
El agua es potable y que se sepa- nunca deja de brotar.
A partir de ahí la dificultad aumenta, aún se puede llegar a una pequeña cala conocida como la cala verde.
Ya no podremos avanzar más a pie, para visitar el resto de las calas habrá que hacerlo por mar, a nado o en barca.