La Playa de la Barcelonesa es la más popular entre el turismo de Barcelona aunque los Barceloneses suelen preferir la de Sant Sebastiá, es una playa con mucho ambiente, tan heterogéneo y pintoresco como el barrio que la alberga y que es uno de los más antiguos de la ciudad, y en él se respira aún el aire de los años 80, siendo de los pocos lugres de Barcelona a los que aún no ha llegado el diseño y la vanguardia.
Un bus o el metro te puede llevar hasta el Paseo de Borbón y este te conducirá hasta el mar, la playa está muy bien conectada con el transporte urbano lo que es una de las razones de que, en la temporada de verano, tenga una ocupación muy alta y puede que te cueste encontrar un hueco en la arena.
La playa de la Barceloneta sufrió una remodelación justo antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona, antes abarcaba la costa desde la playa de San Miquel hasta el muelle de Marina y la playa medía más de un kilómetro, pero con la recuperación de la playa de Somorrostro, entre el muelle de la Marina y el espigón del Gas, la Barceloneta se ha visto bastante reducida.
Además de por los turistas de verano, esta es la playa preferida para la práctica de actividades, en ella está el Espacio del Mar, un centro de educación ambiental cuya finalidad es promover, enseñar y difundir el acercamiento al medio marino, a la playa y al litoral, con educación medioambiental e iniciativas de deporte y ocio. Gracias a este centro y sus actividades, la playa es muy visitada por escuelas y por grupos deportivos y de actividades.
En la Barceloneta puedes encontrar un gran equipamiento de ocio y deporte: cerca del espigón del Gas, en la zona de poniente hay un área de juegos infantiles, mesa de ping-pong u una zona de aparatos de gimnasia; en la zona de levante hay instalaciones de voley y más equipamientos infantiles; también hay una zona para monopatines.
Otro de los atractivos de ir a la playa de la Barceloneta es sin duda el propio barrio, pintoresco y particular; una visita obligada es a su mercado, que de un mercado marinero al aire libre ha pasado a un referente comercial, arquitectónico y gastronómico. Y sin duda otro gran aliciente es el ambiente internacional de los muchos chiringuitos y bares por la zona de la playa o del mercado, aunque ten cuidado con los precios, una caña y una tapa de bravas puede costarte seis euros.
Marga G.-Chas Ocaña
