Aunque muy próxima a Ibiza, la isla de Formentera es totalmente opuesta al ajetreo de su vecina, ya que, si algo caracteriza a Formentera, además de su belleza natural, es la tranquilidad que se respira en cuanto se pone el pie en ella.
Formentera tiene 69 kilómetros de costa, y un total de 22 playas de arena, la más larga es la Platja de Mitjorn, que se encuentra en la parte central de la isla, que forma como una lengua de tierra y mide casi cuatro kilómetros y medio de largo. Pero lo más habitual son las playas de pequeño tamaño y las calitas escondidas entre paredes rocosas y agrestes, rincones ocultos, algunos incluso inasequibles por tierra, con su único acceso en barco, como Platja de S’Alga.
Por lo general, independientemente de su tamaño, las playas de Formentera comparten una arena fina y blanquísima y unas aguas transparentes y cristalinas con un color turquesa espectacular, se encuentran en un muy buen estado de conservación y suelen contar con vegetación mediterránea y dunas. Los ecosistemas dunares están protegidos por el Consell Insular, que ha instalado pasarelas de madera para pasear a pie o en bici con áreas para reposo.
Las playas de entorno urbano son minoría, casi todas son de tipo rústico, y excepto Es Pujols, que si tiene una zona de hoteles y apartamentos, la mayoría están apartadas de los núcleos de población.
Formentera cuenta con una gran cantidad de playas muy conocidas y valoradas por isleños y visitantes, desde la larga Platja de Llevant a la pequeña Cala Codolá, pero la más famosa y turística es la Platja de Illetes, dentro de un parque natural y con una belleza espectacular, desde la que podemos acceder a una fina lengua de arena que como un camino cruza las azules aguas como flotando sobre ellas.
Marga G.-Chas Ocaña